lunes, 6 de febrero de 2012

Festival Drag Queen


El Parque Santa Catalina era un hervidero pues el festival de elección de la Reinona del Carnaval tenía cada vez más predicamento. Al principio fue un número extraño, un desvarío de marginales, acto de puro exhibicionismo que rechazaría la gente bien pensante. Al alcalde no le gustaba, a fin de cuentas las personas de orden suelen ser menos liberales ante estas cuestiones. Claro que la vida es una pasarela y la gala acabó por ser el número más celebrado de todo el carnaval. La gente estaba harta de los cansinos y pesados trajes de la gala tradicional, las fantasías que clavan a la chica al suelo, fatigada por el tremendo esfuerzo.
Hubo muchas dudas hasta que la organización se decidió a dar el sí. Y a partir de entonces fue el acabose, el no va más. Un éxito tan desbordante que lo transmitían televisiones de Australia. DRAG: Dressed as a girl. Locura de travestidos que atraen a quienes se empeñan en ver lo cotidiano ignorando que somos una máscara de otra máscara.
Sí: soy feliz tras haber ganado el concurso con mis plataformas de 40 centímetros, mi vestido de Crisálida, mis gasas y lentejuelas, mis contoneos con fondo de Rocío Jurado. Lo que más me gustó fue mi matrimonio en pleno escenario, mi novio estaba la mar de contento. Pero esa misma noche mi otro yo se rebeló, no pude más y le aticé una cuchillada justo en la yugular. Todo se enredó mucho tras su muerte, aunque por buen comportamiento me van a dar pronto el tercer grado.
(De “Los dioses palmeros”, Cajacanarias, Colección La Caja Literaria, 2009)

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