martes, 27 de noviembre de 2012

La creciente desigualdad, ese es el problema


El verdadero asunto no es el de fabricar señas de identidad y calentar a las masas en la calle para el gozo de los nuevos mesías, Artur Mas sin ir más lejos. Cuando hasta The Economist advierte de que la creciente desigualdad es uno de los grandísimos desafíos sociales, políticos y económicos de nuestro tiempo, es que algo gordo se está cociendo. Así lo ha dejado caer el Informe especial sobre la economía mundial. En Estados Unidos varias universidades de mucho prestigio y el propio Fondo Monetario Internacional están dando la voz de alarma respecto al hecho de que el enriquecimiento de una minoría respecto a la creciente pobreza de las mayorías es lo que ha causado la actual crisis, y no solo eso sino que con la actual situación unos pocos siguen amasando sus fortunones mientras la mayoría languidece y se empobrece cada año un poco más. La ingeniería financiera incrementa la perversidad del sistema neocapitalista, permite crear riqueza “virtual”, no basada en la productividad ni en el esfuerzo sino en el conocimiento de mecanismos tramposos.
Lo ha advertido incluso esa prestigiosa y neoconservadora publicación, The Economist, cuando dice que “las investigaciones de los economistas del FMI indican que la desigualdad frena el crecimiento, causa las crisis financieras y debilita la demanda”. De tal manera que el incremento de los recortes, con el subsiguiente palo al consumo, supone un lastre de difícil solución. Lo novedoso sería que ahora los que mandan en la economía empiezan a preocuparse sobre quién acumula cuánto. Un puro ejercicio de cinismo e hipocresía social, tan patentes en la historia de la humanidad. La desigualdad vendría a ser, según las últimas reuniones del Foro Económico Mundial, “el problema más acuciante de la próxima década.”
El desvalijamiento de la clase media, con la subida de impuestos y el aumento de los recortes, y la escasa creación de empleo, contribuye a que el panorama no mejore en lo más sustancial. En nuestro caso, lo peor es que mientras universidades y foros de medio mundo llegan a esta misma conclusión de lo perverso de la desigualdad, los gobernantes de aquí siguen incrementándonos la dosis de paralizante austeridad en vez de procurar incentivación,  nuevas fórmulas para los emprendedores, créditos a pequeñas y medianas empresas para la creación de empleo. De seguir así las cosas, veremos que cada vez se incrementa el consumo de bienes extremadamente caros por parte de los ricos mientras que la gran mayoría va a tener difícil llegar a la cuesta de enero. El gobierno recorta salarios, subsidios, pensiones, prestaciones sociales y programas educativos, sanitarios y de investigación y desarrollo. 

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