viernes, 17 de mayo de 2013

Las reformas educativas hay que hacerlas con consenso, no como las hace el ministro Wert


José M. Balbuena Castellano

Como docente que he sido no puedo omitir dar mi opinión sobre la pretendida reforma educativa que  quiere aprobar el gobierno del PP, que no parece el gobierno de todos los españoles sino de una clase privilegiada,  retrógrada y antipopular que se ha empeñado en llevarnos al caos y a la pérdida de todos lo avances y logros que ya habíamos conseguido, tanto sociales y laborales, como políticos y económicos. Esta reforma no la acepta la mayoría de las familias, ni siquiera aquellas más afines a la ideología pepera ;  ni el profesorado, en general; ni los alumnos, sobre todo los de bachillerato o universitarios, cuyo futuro inmediato va a depender del grado de formación y preparación que hayan alcanzado.  Se degrada la enseñanza pública, cuando en los paises más avanzados de la Comunidad Europea, a la que los actuales políticos españoles quieren acercarse lo más posible, tiene más calidad y prestigio que la enseñanza privada, y en la selección de los docentes se valora su alta preparación Por eso, los ciudadanos confían más en ella.
 En esta España, que ahora se debate entre la vuelta a las andadas y la incapacidad para solucionar la crisis, se acepta cualquier presión que venga de las clases dominantes, o tradicionalistas. Se aplican recortes presupuestarios en la enseñanza publica; se aumenta la ratio en las aulas, de forma que se retrocede otras vez hasta la masificación, o se decide que haya separación de sexos, como en los tiempos franquistas. No se toma en serio la innovación , la renovación, o  la investigación.
Lo que se pretende hacer con la enseñanza pública es un suicidio social, y nos puede conducir a nada menos que cien años atrás, cuando en España el analfabetismo alcanzaba  al 70 por ciento de la población. Pero eso si: éramos muy folclóricos, muy toreros y  más divertidos que nadie...
Los recortes afectan  a los profesores interinos o sustitutos, ya que si un docente baja por enfermedad, o no le envían la sustitución correspondiente, o tiene que pasar algún tiempo antes de que lo hagan. Se perjudican, por tanto, los alumnos y los propios compañeros que han de repartirse los estudiantes que profesor que cause baja. Un recorte que afecta al material escolar, a las becas, a la investigación, a la movilidad, a los comedores escolares. Y que aumentaría el fracaso escolar o el absentismo y abandono de estudios antes de tiempo, de los que de somos unos de los campeones en Europa. El pueblo quiere que haya una educación equitativa, que haya igualdad de oportunidades para todos, y que exista una preparación adecuada tanto en la enseñanza primaria, secundaria, en la formación profesional o en a universitaria.
Por otro lado, no parece justo que se de dinero publico a los llamados centros concertados, a pesar de que son privados, y por tanto, por el hecho de serlos, ya crea unas distancias y un estatus superior al que muchos padres que envían a sus hijos a las escuelas publicas, también desean dar ese salto, porque creen que así tendrán más prestigio. En esa reforma se pide también que en las escuelas públicas se imparta clase de religión, que se contrapone a la concepción de un estado laico, no confesional, como el que tenemos. Sin embargo, quiere suprimir lo que se llama “educación para la ciudadanía”, que lo único que pretende es resaltar e inculcar una serie de valores necesarios para una pacífica convivencia , la tolerancia, la solidaridad y el respeto. Me parece muy bien que se dé religión en los centros confesionales, si esas son las directrices de sus propietarios y claustros y los deseos de los padres.
El actual gobierno quiere quitarle hierro al asunto, y hasta se permite el lujo de volver a engañar con las cifras de los centros o personas que participan en las manifestaciones o protestas callejeras. Está demostrado que el ministro de Educación, Wert, no tiene muchos seguidores, como no sea el de sus compañeros de gobierno, o los votantes que tuvo este partido, que fueron diez u once millones de españoles. ¿Pero qué pasa con el resto?. Si se quiere reformar el sistema de enseñanza pública y conseguir el prestigio que tiene en otros países más avanzados que el nuestro, es preciso que haya consenso entre la administración, la comunidad educativa y los expertos en pedagogía, con el fin de elaborar las bases y contenidos, que deben estar adecuados a los tiempos y a la demanda. Pero está visto que este gobierno, que abusa de su mayoría absoluta,  no está por la labor de utilizar medios democráticos para desarrollar su política y obtener objetivos. Parece que no aprendemos nunca la lección y llevamos camino de matar a esta débil y deslucida democracia. Pero nuestros gobernantes siguen en Babia y empeñados en gastos inútiles,el olvido de las necesidades reales y patéticas de un creciente número de ciudadanos y  en el fomento del belicismo como si estuvieran proyectando nuevas rutas imperiales, o una nueva cruzada para llevarnos a todos al Cielo. No importa lo que cueste.

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