martes, 26 de noviembre de 2013

Vermeer, el iniciador de la pintura moderna

Johannes Vermeer (Delft, 1632-1675) es uno de los pintores holandeses más reconocidos. En el siglo XVII su país experimentó un gran florecimiento político, económico y cultural, con la Reforma religiosa creció el espíritu de tolerancia. La obra completa de Vermeer es muy reducida, solamente se conocen de 33 a 35 cuadros.[  Sus primeras obras fueron históricas pero alcanzó la posteridad con su pintura costumbrista, sus cuadros más populares son Vista de Delft y La joven de la perla. Murió a los 43, dejó deudas a su mujer y sus once hijos. Olvidado durante dos siglos, a partir de mediados del siglo XIX tuvo un amplio reconocimiento y actualmente está considerado uno de los más grandes pintores de los Países Bajos por el uso y tratamiento de la luz.
En el periódico El Mundo del 13 de abril de 2013 José María Robles hablaba del filósofo Todorov y de su libro Elogio de lo cotidiano. Este gran intelectual señala que “la pintura actual no es una catástrofe, pero sí una cosa distinta”. Destaca el papel de pioneros como Rembrandt y Vermeer que aportaron gente común, paisajes y naturalezas muertas para sustituir al exceso de pintura religiosa y mitológica. Dalí estaba obsesionado con “La encajera”, de Vermeer, y decía que en ese cuadro “todo converge exactamente hacia una aguja que no se halla dibujada, pero sí perfectamente sugerida. Ese cuadro está impregnado de una fuerza estética de lo más violenta.”
Todorov, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, resalta el papel de Rembrandt, Franz Hals y Vermeer, en el instante en que los géneros pictóricos se emancipan de la pintura religiosa. "Por primera vez el tema central y el principio organizador del cuadro ya no es la historia santa, ni los mitos griegos, ni la vida heroica de personajes ilustres, sino la vida cotidiana de las personas anónimas", explica el pensador 'Elogio de lo cotidiano', donde sintetiza un periodo de ruptura y transformación a partir del cual la pintura dejó de inventar la belleza para buscarla en el día a día de hombres, mujeres, niños y ancianos anónimos, en sus gestos ordinarios y humildes. Así, actividades como pelar cebollas, coser, leer una carta, beber vino, tocar un instrumento musical etc. pasan a ocupar el espacio que antes disfrutaban la coronación de un monarca o la exaltación de una diosa.
Como Dalí, examina esas escenas casi mágicas donde "lo accesorio ha adquirido el estatus de lo esencial, y lo que estaba subordinado se ha convertido en autónomo. Desde el siglo XVI, estos nuevos géneros –retrato, paisaje, naturaleza muerta y pintura de género- van afirmando progresivamente su derecho a existir y adquieren su propia dignidad. El paisaje, que hacía de fondo de la escena representada, se convierte en un tema en sí. Los objetos habituales, las flores y las frutas dejan de ser accesorios.”
Pero, ¿por qué allí? ¿por qué se precipita lo que Hegel llamó "fusión total de la pintura con lo profano y lo cotidiano"? ¿De qué cambios más profundos en la sociedad europea fue reflejo? Todorov explica semejante cambio de mentalidad apoyándose en la pujanza de Holanda como potencia comercial, en la expansión de la cultura de la tolerancia en la sociedad del momento, la mayor implicación de la mujer en la gestión doméstica y la influencia del credo calvinista.

(Ilustraciones: La encajera de bolillos, La chica de la perla, El geógrafo, Vista de Delft, El arte de la pintura)

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