martes, 21 de abril de 2015

¿Crisis de valores? No: imperan nuevos valores peligrosos

Eduardo Sanguinetti, Mar del Plata, Argentina
 
 Se dice que asistimos, en vida, a una situación de crisis absoluta de valores. Una absoluta crisis de lo absoluto. Pero no hay exactamente crisis de valores, imperan unos nuevos, demasiado publicitados, apenas identificados, tanto más peligrosos, cuanto menos se discuten. El comisionado de la ONU para los Refugiados informó que el total de refugiados es de 53 millones de personas, una cifra semejante a los 55 millones de refugiados de la Segunda Guerra Mundial.
 Con la desaparición de la URSS y el comunismo, se anunciaba un mundo capitalista globalizado, desde un libro mediocre publicitado hasta el hartazgo ‘El fin de la Historia’, de un escriba del imperio de nombre Fukuyama. Aquí, se manifestaba un mundo porvenir sin tensiones, homogéneo, que cantaba loas al capitalismo cual Olimpo, en donde todo ciudadano del mundo iba a acceder a la riqueza en el marco de una visión económica y política sin fisuras.
  Todo ha sido un pliegue de espectáculo: el futurólogo Fukuyama ha fallado en sus pronósticos a presión, el capitalismo frustró toda posibilidad de entendimiento entre las naciones, imponiendo el denominado pensamiento único, instalando las democracias simuladas en países de las más diversas latitudes, a fuerza de genocidios y destrucción de culturas milenarias.
  Incluso las Naciones Unidas han obviado sus principios rectores, pues las finanzas, que manipulan el entramado vacuo en que han convertido a este planeta, se encuentran fuera de la ONU, donde los asuntos de núcleo como derechos humanos, medio ambiente, paz, educación… son irrelevantes a los poderosos y groseros “ricachones”.
  Y me pregunto: ¿La Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada sin ningún voto en contra en 1948, en Asamblea General, sería aprobada hoy?…se ha olvidado que en el contexto de naciones se estuvo a punto de aprobar un plan global para un Orden Económico basado en la justicia social internacional, en la solidaridad y en el derecho internacional.
  Durante la existencia de la URSS, el imperio capitalista aceptaba la necesidad de solucionar los problemas sociales, a participar de la redistribución de la riqueza, aceptaba a los sindicatos como interlocutores válidos de los trabajadores, reconociendo que era indispensable la necesidad de los controles de equidad.
  Recuerdo la fallida frase del ex-actor, ex-presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan: “la pobreza genera pobreza, la riqueza genera riqueza, así es que hay que apoyar a los ricos, no a los pobres”. Esta frase se ha convertido en regla y ley. La soberanía de una nación tiene en el presente un precio, que pueden pagar los ricos, los que financian guerras, trafican menores en negocio de la prostitución, los narcotraficantes, para quienes no existen leyes, ni controles de organismos nacionales o internacionales, son impunes. Súper héroes del tercer milenio, bestias fluyentes.
  La crisis de credibilidad de partidos y movimientos políticos es alarmante, como así también la de los candidatos, funcionales a las transnacionales, con siliconadas imágenes, sin contenido de ideas, ideales y sueños de un mundo a vivir; se trata de dar la sensación de enfrentarnos a candidatos apolíticos, propios del nuevo sistema: éxito publicitario, altísimo costo de marketing, esto es, elevado a objeto de consumo. Sólo imágenes al borde de una pesadilla.

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