sábado, 6 de enero de 2018

¡Libertad de expresión, ya! ¡Basta de censura, ya!


Eduardo Sanguinetti (Mar del Plata, Argentina)

Desde mi rol de intelectual de este tiempo, con una trayectoria impoluta, sin militar, en partido o movimiento político alguno, meditando con huellas, me manifiesto en libertad y verdad, a favor de la tan mentada ‘Libertad de Expresión’ ( un Derecho Humano), tan vilipendiada y en vias de extinción, en este tercer milenio, tan difuso en sus fines, para miles de millones de seres, que están pagando su orfandad, en este mundo, invisibles, ni perceptibles ni imperceptibles, simple y trágicamente un recuerdo escindido. Ya conocemos las dificultades que que tenemos los que intentamos comunicar excitaciones e inquietudes que devengan en un cambio de paradigma, desde un ambiente ‘totalmente en movimiento’ a otro el que instaló el sistema ”totalmente cerrado’…sabemos basta mostrar un mínimo de entusiasmo o participación frente a un país “que lo está poniendo todo en discusión”, para que nos caigan encima las reacciones de la iracunda pereza, las ironías de la periferia que se toma por centro, los escarnios del escepticismo “que la sabe lunga”…con la “falsa modestia”: con problemas sociales espectaculares de indigencia, pobreza y discriminación, los diversos sectores de cada espacio de poder están pareciera definitivamente arreglados, sumergidos a voluntad perversa y pervertida en una fase de indefinido, satisfecho estancamiento. Como hombre que gozo de mi libertad, dueño de mí mismo aún, elevado más allá de la cotidianeidad y del pasajero sentimiento de cosa archivada, me sirvo de la justiciera arma de la idea, reivindico la libertad de expresión (un derecho humano), denunciando el permanente atropello a los derechos humanos, a la farsa montada en desfavor de los diferentes…denuncio la eliminación de las voces de miles de seres trascendentes, que no tienen ya espacio en el acontecer cultural, social y político de este tiempo, quienes en verdad y autodeterminación abogan por la paz y la armonía, que no son negociables, que no se suman a marchas convocadas por gobernantes disfuncionales, que mandan y manipulan en este mundo; en fin, contribuyendo a fomentar la vida en libertad, transformando la información en conocimiento, en visible contraste con los medios corporativistas, que transforman los hechos en información banal, falaz y simulada. Un delito de lesa humanidad que deviene en discriminar a comunidades enteras, eliminando la libertad de expresión, hoy ausente, en las naciones de este mundo donde intentamos existir.

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